Ana María Franco Vaqueras
Vaig sumant dies, restant somnis,
enderrocant castells de sorra,
desfent conjurs i maldecaps.
Soc fruita madura desafiant el temps,
l'amor que sento és riu cabalós,
cabalós com l'Ebre.
Desitjo estimar senzill sense cap títol.
Desitjo ser gasela indòmita a la selva humana
sota el sol del matí.
Desitjo ser aquesta olor de terra mullada
que porta la pluja i apaivaga l'ànima.
Escampant goigs,
arrelar-me a qualsevol lloc de nou.
Per ser aquesta voluntat que a l'horitzó brilla amb pas triomfal,
deixant paraules al meu pas amb noves maneres d'estimar.
Vaig sumant temps, amor, desafiaments,
faig camí i torno a mi mateixa.
No importa si és com lloba ferida,
sé que només a mi mateixa en tinc, em dec.
****
Tú cuerpo amor, es templo de deseos.
Huerta de todos los frutos.
Déjame que hoy beba el elixir oculto
que tanto mi paladar anhela.
Él es paraíso divino de néctares
para gozar la vida.
Tú, compañero de pan, alegrías y cama...
Tú y yo prófugos, a los que no consiguen
amarrar las palabras.
Porque estamos construidos de optimismo
y esperanzas, somos victorias, semillas.
Gatos maullando en una noche de luna,
sin temer a maldiciones, ni a la oscuridad
que habita siempre en los callejones.
Tu cuerpo amor, es marea que incita
a navegar en ti, a amarte en desorden,
a veces con furia, otras plácidamente,
riéndonos plácidamente como gatos felices
Lamiéndonos ya cansados en los atardeceres,
lejos del bullicio humano donde no crecen los laureles.
***
¡Ay mi amado mar!
Tu espuma en mi piel
deseo tener una vez más.
Tú que eres luz en mis ojos, tu brisa
en mi pecho es gozo perpetuo.
Tú que acaricias mis carnes
cuando en tus aguas me sumerjo,
vos sois mi talismán, mi embrujo.
Gozo y latidos de sirenas, que con sus cantos
a todos los marinos embelesan.
Tú, eres marea de amor, huracán de pasión,
horizonte inalcanzable, así te veo yo
Siempre lavás mi tristeza,
me despojas de todos mis lodos
para renacer de nuevo de nácar.
Siendo en la noche luciérnaga
que por sí sola brilla.
Tú, siempre tú, hálito de vida,
mi música, mi paz, mi silencio.
Escurriéndome en la noche oscura
me acerco a ti para no ser
la oveja negra que en el redil humano
a todos le dice que sí.
Ya, cansada de la pecera que es la ciudad,
que a toda concha clasifica y no deja avanzar.
¡ Ay mi amado mar!
Ya no somos los mismos
aunque estemos en el mismo lugar.
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