Griselda Espuny Curto
¿QUIÉN NO HA LLORADO EN SILENCIO?
Llorar es inherente a las personas,
aunque algunos, lo pretendan negar.
¿Aún lloras en silencio?
¿O lo haces a solas?
¿O puede que lo hagas
de las dos formas?
Cuando las soledades
envuelven a las personas.
Cuando el cariño
se disfraza de tosco y agresivo,
cuando en el tic-tac
de los relojes viejos,
los besos
tocan cada vez más lejos.
Los aniversarios de la partida
tendrán en el recuerdo, la herida,
difícil de curar.
Intentando averiguar porque se deja de dar
lo que un día se prometió
para toda la eternidad.
¿Aún lloras en silencio…?
Eros del Olimpo
os volvéis falsos e impotentes,
escondidos en el templo,
siempre lo fuisteis.
Hechos de barro, hojalata y maderas
son los dioses que profesas.
Por qué el amor incansable,
de vez en cuando, abatido,
tiene alas para posarse
en el corazón de algún afligido.
Primitivo instinto,
si todo lo que empieza jamás es infinito.
¿Aún lloras a solas…?
No se celebran los años, por la despedida,
sino que, se erosiona la vida
a cada momento
por el roce del tiempo.
Las horas también son eróticas
cuando se acarician a solas.
No hay suficiente indulgencia en el alma
para el necio,
cuando pierde la calma
y se arrastra en el vicio
por errores inexorables,
ignorando, que nunca son evitables.
Errabundos, mendigos de caricias,
de abrazos, de un te quiero,
seguimos llorando
para nuestros adentros,
en los rincones,
en silencio.
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