Ramón García Mateos
CANCIÓN DE ATARDECIDA
A Joaquín Carbonell,
por su “Canción del olivo”
¡Venga Dios a los hogares
y a las almas de esta tierra
de olivares y olivares!
Antonio Machado
En tierras de Mora
viejas oliveras
buscan sus raíces
de sol y de piedra,
buscan sus raíces
fuera de la tierra:
tierra bendecida
con llanto y sudor,
aroma de aceite
de verde color,
aroma de aceite,
romero y canción.
Atardecida lenta
por las tierras bajas,
atardecer de luz para el viajero
que nostalgia en silencio sus recuerdos:
aquí, donde el camino se detiene,
aquí, donde la sal de la memoria
se anega de dolor y soledad.
Brilla insolente el aire frente al tiempo
mientras el sol recama el horizonte
y se cubre de luz el olivar.
Brilla el aire insolente en el crepúsculo
cuando borran las sombras el prodigio
de tanta luz sobre las copas anchas
de los viejos olivos orgullosos.
Silencio y paz: vuela un milano altivo
y aletea en el cielo la canción.
Ordeña la oliva
desde la escalera
con los dedos rotos
de la ventolera,
con los dedos rotos
de la llegadera.
Empínate, moza,
que vas a llegar.
Échame la toca
que me he de tapar,
échame la toca
que me voy a helar.
Vuela el milano altivo y sosegado
mientras se muere el sol allende el mar.
Vuela el milano en círculo incesante
en la tarde otoñada y en silencio.
Vuela el milano sobre los olivos,
se adivina en el vuelo un mal presagio:
su pico sobre el vértice del miedo.
Mas el viajero conoce la verdad:
el vértice del miedo está en el alma
y no hay buitre voraz de ceño torvo,
sólo es el corazón —tiempo y nostalgia—
quien apaga la luz de la esperanza.
En las lentas ramas
del viejo olivar
cuenta las olivas
un leve pardal,
cuenta las olivas
y se echa a volar:
vuela por los campos,
de la Antigua son,
y a las cinco en punto
ya se pone el sol,
a las cinco en punto
toque de oración.
La luz de la esperanza:
fanal donde se queman soledades,
lámpara y fuego, candelita eterna.
La luz de la esperanza,
el olivo es metáfora perfecta:
ligero al viento —levedad del aire—,
diamantino y tenaz sobre la tierra,
endrino el corazón, cobriza el alma:
el olivo es metáfora perfecta.
Romero por las sendas del silencio
el viajero otra vez vuelve al camino.
Atardecida lenta
por las tierras bajas,
atardece la luz el horizonte
—se duermen en los ojos los recuerdos—.
cuando inunda la noche el olivar.
CANTAR DE AMIGO
A verdear el aire,
que todo sea ramos
de olivos en el aire.
Blas de Otero
Un ramito de olivo entre las alas
de una paloma. Sí, un ramo de olivo
para pedir la paz a bocanadas,
a golpes de dolor, luz y camino:
A verdear el aire,
que todo sea ramos
de olivos en el aire.
Un ramito de olivo solamente
en tu sonrisa. Sí, un ramo de olivo
para poder del corazón prenderte
en ciega claridad a mi destino.
A verdear el aire,
que todo sea ramos
de olivos en el aire.
Un ramito de olivo esperanzado
ante el futuro. Sí, un ramo de olivo,
enramada de amor sobre tus manos,
como un soplo de paz entre los trigos.
A verdear el aire,
que todo sea ramos
de olivos en el aire.
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