Alfredo Gavin
UNA HISTORIA DE PLAYA O DE GUERRA
Yo aquí tumbado en la arena contemplando
un avión a reacción,
que allá arriba en el cielo distante
va dejando una estela de humo
que se borra en un lenguaje intermitente
de signos blancos
en un azul de cerámica impoluta,
pensando qué pensará ese piloto solitario,
¿deja migajas de humo
para saber volver?
¿o para que alguien le siga?
¿señales apaches, avisos de una inminencia?
¿telegrafía su soledad?
Lanzado a reacción,
¿qué urgencias lo precipitan?
¿queda su vida ordinaria paralizada,
suspendida, resuelta,
por la intensidad del instante acelerado?
¿se desvanecen las idiocias del vivir en la tierra?
¿se olvidan más rápidas las ofensas?
Allá arriba,
¿nos ve dolorosa y específicamente pequeños?
¿nos lee también como un lenguaje sin codificar
de signos abigarrados en la arena?
Envuelto en la estridencia del sonido supersónico,
¿somos para él una imagen de silencio y placidez?
¿acaso él no ha estado alguna vez en la playa?
¿acaso no sabe de la incontinente basura mental
que histérica se propala en los gritos de la gente?
Allá arriba, pienso,
un caballero del aire
y aquí abajo un barrigón de playa,
allá un ser lanzado hacia el espacio
y aquí un espacio quieto y sudado,
allá una acción de infinitas significaciones,
aquí una insignificancia de cercadas pasividades,
allá un silencio abismado y profundo y solemne,
aquí un ruido vulgar, grosero, insoportable,
allá un cielo y aquí una tierra.
¡Dios mío,
que nos tire una bomba,
caballero del aire,
a esta masa de
cobardes de la arena!
DROGODEPENDENCIA
No sé qué tiene
el oxígeno
que engancha a todos.
No hay mono más terrible,
que el del adicto cuando siente
que escasea
y no llega el suministro.
El oxígeno,
esa sí que es una droga dura.
Los otros monos
-coca, jaco, alcohol-
no diré que sean de peluche,
son terribles, infernales,
pero, reconozcámoslo,
son menos agónicos,
menos definitivos.
Comparativamente,
son simulacros, juegos
para aplazar la muerte.
El oxígeno es más exigente.
Aunque ligeramente contaminado
es la verdad en estado puro.
Te ata a la vida,
esa realidad implacable en la que estás tú,
en la que no puedes dejar de estar tú
y en la que existen ratas, moralistas,
traiciones, suciedades,
conciencia, lucidez,
callejones sin salida,
corazones rotos,
putas tristes, peces muertos,
calaveras con esmoquin,
representantes, drogadictos,
mentiras centrales, verdades periféricas,
imbecilidades compartidas,
miserables cobardes, pelotas,
seres de este mundo,
y de nuevo tú, indefenso y con las manos vacías,
con todos los infiernos de todas las gentes de todos los días.
Sí, droga dura el oxígeno.
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