Víctor Canicio Chimeno
MEDITACIÓN DE LA TERRAZA
este año la viña
dará cuatro raquíticos racimos
si los pájaros quieren respetarla
la higuera vergonzosa
diecinueve higos
el frágil limonero
dos docenas de frutos
la hiedra que se abraza a la columna
imitación granito
trepará despacio a su indeciso antojo
crecerá segura la araucaria del sur
en sabia simetría
el cactus mexicano
que espera el desembarco de Zapata
seguirá contemplando a todas horas
el mar de los Alfaques
los geranios medrarán de nuevo
en sus macetas
sufrirán las adelfas
plagas diminutas
de voraces pulgones
y yo espero no dar
al final del otoño
el último suspiro
este año la viña
dará cuatro raquíticos racimos
si los pájaros quieren respetarla
la higuera vergonzosa
diecinueve higos
el frágil limonero
dos docenas de frutos
la hiedra que se abraza a la columna
imitación granito
trepará despacio a su indeciso antojo
crecerá segura la araucaria del sur
en sabia simetría
el cactus mexicano
que espera el desembarco de Zapata
seguirá contemplando a todas horas
el mar de los Alfaques
los geranios medrarán de nuevo
en sus macetas
sufrirán las adelfas
plagas diminutas
de voraces pulgones
y yo espero no dar
al final del otoño
el último suspiro
este pato yacente en tu cazuela
víctima fue inocente de la caza
una vieja costumbre que amenaza
a todo lo que vive, corre y vuela
reconoces también aunque te duela
que el pato de sabroso tiene traza:
al mirarlo la vista se solaza
y al comerlo su carne te consuela
el pato de ordinario paga el pato
porque no sobrevive a la aventura
y acumula sus huesos en tu plato
como en un monumento funerario
a la grata memoria que aún perdura
de un volátil placer: el culinario
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