Gener Barjola

Aquí sigo...

En el llanto famélico de la nada
que escarba estiércol para hallar raíces,
algo que lo ate y lo sostenga
a este hemisferio,

con las uñas quebradas, astilladas,
repletas de mugre ensangrentada
sigo ahondando en el alquitrán de mi alma.

Hallar las cuerdas de la cruceta
que mueve al títere,
ver como la marioneta

papel maché se despelleja.
El danzar fúnebre tras el telón
de una función incompleta.

Mientras reza...
cierra tus ojos ante el sollozo,
busca un lugar al lado de Dios
alejado del hambre y la pobreza.

Entre tanto difiero del resto,
discrepancias que me alejan
a la esquizofrenia.

Yo que me esfuerzo a dar razón
al empirismo como meta,
solo veo una sociedad vendida
a la imagen de ser lo que quieren que sea.

Quieren que sea feliz
con un trabajo mediocre, vida plena
con una pareja con carencias.

Que divulgue sin pensar mi genética
en un útero, por la egolatría
de ser uno más que da vida
en un mundo pútrido.

Y mi arte no es ese blockbuster
que esperan críticos e intelectuales,
de vanguardias y performance.

Hace tiempo que no recito
la belleza de tus pecas
en aquel remoto paisaje.

Hace tiempo que no escribo
cosas felices y mis lectores
están hartos de sufridas verdades,

de que descarne día y noche,
droga y bebida,
hasta el hueso los pesares.

Arte de una generación perdida
a eslóganes y lemas,
a etiquetas y subgrupos,
a tribus y clases...

padece la senectud introspectiva
de no encontrar su forma
más allá del personaje.

Es la ponzoñosa rima
que se te atora y te asfixia,
la que nace del pulmón
y lacera la tráquea,

la que golpea cual boxeador
la vibración de la campanilla
y es solo un esputo de entrañas.

Vivo en una crisis impuestas por las cifras,
mientras los años pasan y pasan,
mis canas aguardan esa vida prometida.

Esa es mi generación, esa mi poesía,
la bien fingida felicidad
de vivir al límite de la desidia.