Magda Guillén
MANSEDUMBRE
No lloro la nada
pues la nada no nada hoy.
No es, no hay ni existe
en el sentido de un timbre concreto,
un color, una postal de Navidad,
una noche de versos, copas y risas.
No lloro la noche que nadie es.
No hay nada ya que nada llore.
En la barca llueve Colacao
disfrazando vino del Priorat, pan de molde
y esa “carta” color chocolate del loro.
Hoy en Roma lo llaman paquetes bomba.
Yo me pregunto qué diría mi papa
-corazón partío, patio del colegio, muñeca-
de tanto anarquista disfrazado
de mariposa, o trucha o tiburón.
El mundo está loco, ¿de amor?
Menos mal que me salvo
bajo este manto de rosas de plástico,
viva imagen del tomillo y el espliego
de mi hogar en el campo,
mismo olor, misma mansedumbre.
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